Algunas personas saben “desde siempre” qué pueden o no pueden hacer y cuáles son sus dones y talentos. En mi caso, la capacidad de conectarme con seres de luz, espíritus de la naturaleza, etc. fue una cualidad que descubrí con el tiempo y algo que nunca hubiese imaginado ser capaz de hacer. Mi formación reglada está relacionada con el mundo “de lo social”. Soy técnica superior en integración social, diplomada en educación social y tengo un master en estudios de género. Cosas que nada tienen que ver, a priori, con este otro mundo al que ahora me dedico. Tras algo más de 10 años dedicándome “a lo mío”, tuve una especie de crisis existencial que me llevó a dejar lo que estaba haciendo hasta ese momento para intentar encontrar mi camino. No tenía claro cuál era ese camino, pero sí que lo reconocería una vez lo hubiese encontrado.
Siguiendo los dictados de mi corazón, comencé a hacer cursos de reiki y otro tipo de terapias alternativas, empecé a estudiar astrología y medicina del hábitat, hacer mini y mega cursos de temática espiritual, ordenarme como Sacerdotisa de María Magdalena y, mientras iba haciendo todo eso, mi corazón me iba guiando cada vez con más claridad hacia la magia del bosque y de la naturaleza en general. Empecé a hacer salidas diariamente y, en estas salidas, empecé a descubrir que la magia me perseguía y se mostraba ante mí con mucha facilidad (bien es cierto que descubrí esto gracias al feedback de otras personas porque para mi lo que me ocurría no parecía nada fuera de lo “normal”). Siguiendo este camino fue como acabé descubriendo mi capacidad para canalizar todo tipo de seres de luz y seres de la naturaleza y como acabé reconociéndome como la Sacerdotisa de Gaia que soy. Como Sacerdotisa de Gaia mi servicio y devoción son para con el planeta Tierra y todos los seres (visibles y no visibles) que en él habitan. Gaia es mi templo y mi misión es ayudar a crear un mundo en el que los seres humanos vuelvan a recuperar su conexión con todo lo que existe y comprendan la necesidad de honrar y vivir en paz, respeto y armonía con todos los demás seres.
Mi labor consiste en transmitir las enseñanzas de los “seres de luz” con los que trabajo (maestros ascendidos, hadas…); dar voz a ciertos seres que no son tenidos en cuenta por los seres humanos (dríades, devas, elementales…); elevar la vibración de Gaia; crear espacios sagrados; y ayudar a otras personas a poder hacer esto mismo. Los seres humanos necesitamos ser conscientes de dónde vivimos y de quiénes son Gaia y los demás seres -tanto los que podemos ver como los que no- con los que compartimos este hermosos planeta para darnos cuenta de los comportamientos no respetuosos que tenemos y como estos están creando un planeta injusto e inhabitable para muchos otros seres.
Es hora de que pasemos a una nueva era en la que el centro y el foco estén en la convivencia en respeto y armonía con todos los seres que habitamos Gaia y con Gaia misma.
Es hora de que abramos los ojos a la realidad del mundo que nos rodea, en el que no somos, ni mucho menos, los únicos seres sintientes.
Es hora de que bajemos a tierra y vivamos en la humildad de saber que estamos habitando un ser vivo y que compartimos espacio con seres que saben tanto o más que nosotros.
Es hora de que, como seres humanos, ocupemos el lugar que nos corresponde en este mundo y que no es, desde luego, el de dueños y señores del mismo.
La mayor parte de las personas viven desconectadas de ellas mismas y de su propio corazón y esta es la razón por la que son incapaces de conectarse con otros seres y comprender la realidad que les rodea. Creo que es fundamental recuperar esa conexión y aprender a vivir desde el corazón. Nuestro corazón es la llave que nos abrirá las puertas a la capacidad de conectarnos con otros seres (visibles y no visibles) y con Gaia, así como a la posibilidad de comprender quiénes son estos en realidad y como podemos empezar a honrarlos y a relacionarnos desde el respeto.
El hecho de vivir desconectadas nos impide comprender el impacto que no únicamente nuestras acciones, sino también nuestros pensamientos, emociones y energía tienen en Gaia y en los seres que la habitamos. El planeta está cargado de impregnaciones de dolor y miedo que afectan a su frecuencia vibratoria tanto como la polución. En realidad Gaia no nos necesita para transmutar esas energías y volver a un estado de equilibrio, puesto que tiene herramientas suficientes para hacerlo por ella misma (erupciones de volcanes, huracanes, etc.). Pero creo que estaremos de acuerdo en que las consecuencias de esas medidas extremas producen dolor a muchos seres, así que, ¿por qué no hacer nuestra parte, tomar responsabilidad y ayudar a Gaia, por ejemplo, a través de la limpieza (física y energética) de espacios (incluido nuestro propio cuerpo) que ayuden a elevar su vibración -y, por lo tanto, la de todos los seres que en ella habitamos, incluidos los seres humanos-.?